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Los desafíos de la pareja en la terapia: Por qué uno de los miembros no puede ser terapeuta del otro

Introducción:

La terapia de pareja es una herramienta valiosa para abordar y resolver conflictos en las relaciones, mejorar la comunicación y fortalecer los lazos afectivos. Sin embargo, uno de los principios fundamentales de la terapia de pareja es que la pareja no puede asumir el papel de terapeuta para su compañero. En este artículo, exploraremos las razones por las cuales esta dinámica no es recomendada y por qué es importante buscar la ayuda de un profesional imparcial en situaciones de dificultad conyugal.

I. La parcialidad afecta la objetividad:

Cuando uno de los miembros de la pareja asume el rol de terapeuta para el otro, es inevitable que exista cierta parcialidad emocional. La cercanía y la intimidad que caracterizan a la relación de pareja pueden dificultar el mantenimiento de una perspectiva imparcial y objetiva. Esto puede llevar a la falta de imparcialidad en la toma de decisiones terapéuticas y afectar negativamente el proceso de sanación y crecimiento de la pareja.

II. El poder desequilibrado en la relación:

La dinámica de poder en una relación de pareja puede ser complicada y delicada. Cuando uno de los miembros asume el rol de terapeuta, se crea un desequilibrio de poder que puede ser perjudicial para la relación. La persona que adopta el papel de terapeuta puede utilizar su posición para influir en las decisiones y manipular la dirección de la terapia en beneficio propio. Esto puede exacerbar los conflictos existentes y empeorar la situación en lugar de resolverla.

III. La falta de capacitación profesional:

La terapia de pareja requiere una formación específica y una amplia comprensión de las dinámicas relacionales. Un profesional capacitado posee las habilidades necesarias para identificar y abordar los problemas de manera efectiva, así como para ayudar a la pareja a desarrollar estrategias de afrontamiento saludables. Por el contrario, un miembro de la pareja sin la formación adecuada puede carecer de los conocimientos y las técnicas necesarias para brindar un apoyo terapéutico adecuado.

IV. El riesgo de aumento de la tensión y el conflicto:

La terapia de pareja puede ser emocionalmente desafiante, ya que los problemas subyacentes y las dificultades pueden surgir durante las sesiones. Si uno de los miembros de la pareja asume el papel de terapeuta, esto puede aumentar la tensión y el conflicto en lugar de resolverlo. En lugar de actuar como un mediador neutral, la persona asumiendo el papel de terapeuta puede verse arrastrada por sus propias emociones y provocar reacciones negativas en la otra parte.

Conclusión:

La terapia de pareja es una herramienta valiosa para abordar los desafíos y mejorar las relaciones conyugales. Sin embargo, es fundamental entender que la pareja no puede asumir el papel de terapeuta para el otro. La parcialidad emocional, el desequilibrio de poder, la falta de capacitación y el riesgo de aumentar la tensión son algunos de los factores que hacen que esta dinámica sea contraproducente.