Respeto y tolerancia para un mejor mundo
Por Araceli Aguilar Salgado.
«Cuando conozco a alguien no me importa si es blanco, negro, judío o musulmán. Me basta con saber que es un ser humano.» Walt Whitman
Cada día exigimos vivir en una sociedad donde el respeto y la tolerancia sean las señas de identidad.
Para conseguir construir un mundo donde se acepten las opiniones de los demás con total libertad, donde no se juzgue a nadie por su forma de pensar, de vestir o de ser y donde se escuche sin criticar es necesario empezar por uno mismo.
El respeto a la diversidad es una habilidad profundamente interpersonal, y se puede definir como el entendimiento de que las personas participan paritariamente en un mundo ético común, en virtud de su condición humana, al tiempo que se reconoce la singularidad y diferencias de cada individuo.
El respeto por la diversidad va más allá de la tolerancia y la comprensión, pues implica reconocer y promover activamente el valor igualitario de todas las personas, sin condescendencia.
La tolerancia es el aceptar y abrazar la diferencia, apreciar la diversidad, el no tener miedo, el respetar a los que no son y a los que no piensan como nosotros, considerándolos como iguales, saber escuchar, ayudar y empatizar.
Si somos tolerantes, seremos más cultos, más inteligentes y más humanos, seremos esponjas dispuestas a absorber conocimientos, experiencias y sentimientos de otras personas, siempre abiertos a nuevos aprendizajes.
Eso sí, debemos empezar por ser tolerantes con nosotros mismos, de ese modo estaremos preparados para serlo con los demás.