Nissan cierra operaciones en Barcelona.
La reorientación estratégica de la Alianza Renault-Nissan-Mitsubishi anunciada el miércoles ha tenido como gran víctima, como ya se vislumbraba, las fábricas del fabricante japonés en Barcelona. La decisión de centrar la actividad en Europa en Renault y la de EEUU, Japón y China en Nissan ha golpeado a una empresa cuya actividad suponía el 1,5% del PIB de Catalunya, dejará directamente a unos 3.000 trabajadores en la calle y puede afectar en total a 20.000 empleos o indirectos en el sector.
Nissan dice que la baja productividad y el elevado coste salarial explican el cierre. Sin embargo, la plantilla de la empresa en España ya había asumido sucesivos sacrificios para contribuir a su continuidad, y la baja productividad no es consecuencia más que de la decisión estratégica de la empresa de no adjudicar nuevos modelos a la planta de Zona Franca.
El mazazo llega tras años de bajas inversiones en los centros productivos de Barcelona pero se ha acelerado con el inmenso frenazo económico global que ha supuesto la congelación de todas las grandes economías a causa de la pandemia del covid-19. Pero más allá de la coyuntura inmediata, el conjunto de la automoción se encuentra ante un complicado proceso de transformación, que abre nuevas oportunidades pero también puede dejar a parte del sector fuera de juego: la electrificación, la necesidad de reducir la contaminación urbana, la consolidación de formas de movilidad más sostenibles y la tendencia creciente al uso compartido de vehículos frente a su propiedad son retos de inmenso calado.