- La España prerromana.
Antes de la llegada de los romanos, se hablaban en la península ibérica distintas lenguas, que se han diferenciado en dos grupos: las lenguas no indoeuropeas (por ejemplo, el tartesio, el ibérico y el euskera) y las indoeuropeas (por ejemplo, el celtibérico y el lusitano).
Esas lenguas, en general, fueron desapareciendo paulatinamente al irse imponiendo el latín que traían los conquistadores romanos.
De todas ellas, se ha mantenido hasta la actualidad el euskera.
- El latín y las lenguas romances.
Los romanos llegaron a la península ibérica en el año 218 a.C. El dominio romano no se limitaba al aspecto militar, los colonizadores romanos aportaron sus conocimientos sobre agricultura, ganadería y minería, impusieron su propia organización administrativa y jurídica y, a través de la educación, enseñaron la lengua latina y la cultura romana.
Todo este proceso en el que los romanos aportaron sus conocimientos, su organización, su lengua, el latín y su cultura se conoce como romanización.
Sin embargo, el latín que se fue implantando en la península ibérica no fue uniforme, sobre todo porque se aplicó a pueblos que hablaban lenguas muy diferentes.
Ese latín, hablado ya de forma distinta según las zonas de la península ibérica, evolucionó hacia nuevas lenguas que se fueron consolidando en la Edad Media; son las lenguas romances.

- Evolución histórica de las lenguas romances.
- La influencia germánica.
En el año 409 se iniciaron en la península ibérica las invasiones de algunos pueblos germánicos procedentes del norte de Europa (suevos, vándalos, alanos…) y posteriormente la de nuevos invasores germánicos, los visigodos.
Los visigodos reunificaron de nuevo el territorio hispano, impusieron su gobierno y sus costumbres, pero adoptaron la lengua latina.
La herencia germánica en las lenguas romances hispanas se limita a unas pocas palabras: espía, ganar, gavilán guerra, Álvaro, Elvira, Fernando…
- La influencia árabe.
En el año 711 se produjo la invasión árabe, que llegó, prácticamente, a todo el territorio hispánico, excepto a unas zonas montañosas del norte, desde donde se inició un largo proceso de reconquista que duró ocho siglos.
En estas zonas del norte los núcleos de población estaban muy dispersos y formaron distintos reinos. Esta separación potenció aún más la fragmentación lingüística y el latín fue dando lugar a las diversas lenguas romances:
- Los romances centrales.
- El romance occidental.
- Los romances orientales.
En la zona de dominio árabe, el romance hablado por los cristianos recibió el nombre de mozárabe.
Todas estas lenguas incorporaron un gran número de vocablos árabes: azafrán, alberca, tambor, aduana, azulejo, alclde, cifra, Álcala, Almería, Murcia, Benicássim, Medinacelli…
- Los romances centrales: asturleonés, castellano, aragonés y mozárabe.
En la parte central de la Península, el latín evolucionó hacia cuatro variedades, según las zonas: el asturleonés, el castellano, el aragonés y el desaparecido mozárabe.
- El antiguo asturleonés tuvo gran vigencia durante la Edad Media en las zonas rurales de Asturias y en el norte de León, donde aún se conservan algunos rasgos. Sufrió gran influencia del castellano. Su cultivo literario fue escaso y se mantiene con gran fragmentación dialectal.
En la actualidad, la Comunidad Autónoma de Asturias promociona el estudio, la consolidación y la normalización del asturiano o bable.
- El origen del castellano fue el romance que se hablaba en el condado de Castilla, localizado entre el reino de Asturias y el de Navarra. Se fue extendiendo a medida que avanzaba la Reconquista.
- El antiguo aragonés tuvo variedades habladas en los valles pirenaicos. En la actualidad, aunque su número de hablantes es escaso, está protegido por el Gobierno de Aragón.
- El mozárabe era la variedad hablada por los cristianos que había en las zonas ocupadas por los árabes. Con la llegada de la Reconquista desapareció al implantarse las variantes de los conquistadores.
- El romance occidental: el gallego.
El latín que se habló en Galicia fue dando lugar al romance gallego, lengua que se extendió hacia el sur, en Portugal, y que originó el gallego-portugués. Con la independencia de Portugal, se produjo también la diferenciación entre el gallego y el portugués.
Durante siglos, la importancia del gallego estuvo condicionada por la expansión del castellano, aunque se mantuvo más vivo en las zonas rurales.
El gallego es la lengua oficial de Galicia, junto con el castellano, desde la creación de su comunidad autónoma.
Su importancia y su presencia se van incrementando en los ámbitos culturales y sociales. A su vez, el gallego se enseña en todos los niveles educativos y aumenta progresivamente su número de hablantes.
- Los romances orientales: el catalán, el valenciano y el balear
En la parte oriental de España, el latín también fue evolucionando condicionado por las características de cada zona y fue dando lugar a distintas variedades: el catalán, el balear y el valenciano.
A partir del siglo XIX, incrementa su recuperación tras un periodo de decadencia, y en la actualidad, cada variedad es lengua oficial en su comunidad autónoma, junto con el castellano; Cataluña, Islas Baleares y Comunidad Valenciana. Desde entonces, aumenta el número de hablantes, así como su presencia social y cultural.
- El euskera.
Es una lengua prerromana. En el pasado llegó a tener una gran extensión (las dos vertientes de los Pirineos hasta Cataluña, la mayor parte de Navarra y parte de La Rioja), pero sufrió un enorme repliegue.
Es la lengua oficial en el País Vasco y parte de Navarra, junto con el castellano.
La creación de una norma común (el eukera batua), así como el apoyo político, social, económico y educativo han fomentado su recuperación.

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